sábado, 13 de abril de 2013



AGRICULTURA ORGÁNICA  vs.  AGRICULTURA CONVENCIONAL

Las prácticas modernas de la agricultura se exceden en la utilización de componentes sintéticos, pues se combaten las plagas y la maleza con pesticidas y herbicidas tóxicos y se fertiliza con abonos artificiales, comprometiendo nuestro bienestar y el del medio ambiente.
Esta agricultura moderna intensiva enfrenta dos graves cuestiones: En primer lugar, provoca una contaminación del suelo y las aguas debido al uso de abonos químicos y pesticidas. Además, estos productos causan un deterioro de la estructura del suelo al disminuir su población microbiana.

               

En segundo lugar, La agricultura moderna interfiere en la calidad de los alimentos mediante la presencia de tóxicos en la alimentación y la ausencia de ciertos nutrientes por causa de una fertilización deficiente.

                                   
La agricultura convencional comenzó su desarrollo hace apenas 60 años. A raíz de la 2ª Guerra Mundial, la abundancia de productos químicos sintéticos contribuyó a la proliferación de su uso como pesticidas y abonos químicos. Esto dió como resultado el incremento de la producción de alimentos a escala industrial. Más tarde, la progresiva mecanización de las labores agrícolas ha dado lugar a la creación de grandes monocultivos en todo el mundo.

                                           

Al principio los rendimientos se multiplicaron, beneficiándose las industrias alimentarias y la población, pero posteriormente los niveles de producción han ido descendiendo. El suelo es un recurso renovable pero no inagotable. La producción desciende por el empobrecimiento sucesivo de nutrientes del suelo, que además va acumulando los productos sintéticos que son aplicados alterando la composición y estructura de los ecosistemas circundantes. Este descenso en la fertilidad de los suelos, el impacto ambiental producido unido al elevado gasto en productos fitosanitarios, hacen insostenible la agricultura convencional.

De otro lado está la agricultura orgánica o ecológica, cuyo propósito fundamental es lograr una interacción óptima entre la tierra, los animales y las plantas, conservar los nutrientes naturales y los ciclos de energía y potenciar la diversidad biológica, todo lo cual contribuye a la agricultura sostenible.

                                            

Los alimentos cultivados orgánicamente proporcionan los rangos adecuados de vitaminas y minerales que necesita el cuerpo humano, en virtud de que se rotan los cultivos favoreciendo la regeneración del suelo y evitando su erosión.
La demanda por este tipo de alimentos está aumentando en todo el mundo, sobre todo en Europa, sin embargo en Colombia existe una evidente falta de cultura sobre los orgánicos, lo cual induce una productividad más baja comparada con la agricultura convencional y, en consecuencia, los productos llegan con un sobreprecio más o menos significativo al consumidor habitual de las grandes cadenas de supermercados.
En la agricultura ecológica no se usan productos químicos sintéticos, ni sobre el suelo ni sobre la planta. Tampoco se hace uso de plantas genéticamente modificadas (transgénicos).
                                              
En la agricultura ecológica la plantación y el suelo forman un equilibrio perfecto. Para alcanzar este equilibrio se requiere una recorversión del terreno y una correcta planificación. Esta planificación consiste, entre otras cosas, en cultivar especies coherentes con el tipo de clima y efectuar una rotación o alternancia de cultivos adecuada. También se contempla la asociación de cultivos compatibles que optimicen la cosecha. Por ejemplo si plantamos frijoles junto a la planta de maíz, el maíz servirá de tutor a la judía, que es una trepadora, evitando así el uso de tutores de otra naturaleza con los beneficios que supone para la propia producción la asociación gramínea (maíz)-leguminosa (frijol).
Las adecuadas rotaciones y asociaciones cuidan de la fertilidad del suelo a la que se puede contribuir con abonados de compost en lugar de los abonos sintéticos que se usan en la agricultura convencional. Las plagas son evitadas mediante la alternancia de cultivos y mediante el equilibrio que se alcanza tras la reconversión del terreno donde es fácil que un organismo que pueda ocasionar una plaga cuente con depredadores capaces de regular su proliferación. En la agricultura convencional este control de plagas se realiza mediante venenos que alteran el ecosistema de tal forma que no existen depredadores que puedan colaborar de forma natural al control de la plaga.
Alcanzar este equilibrio que supone una explotación ecológica puede llevar entre 3-4 años por lo que al principio los agricultores suelen tener pérdidas. Sin embargo, transcurrido este tiempo parece demostrado que la agricultura ecológica es perfectamente capaz de satisfacer la voracidad del primer mundo así como el hambre del tercero puesto se trata de una práctica sostenible y equilibrada con el entorno.
La agricultura orgánica constituye una parte cada vez más importante del sector agrícola; sus ventajas ambientales y económicas han atraído la atención de muchos países. La reducción del apoyo gubernamental a los insumos agrícolas brinda una oportunidad de conversión de sistemas agrícolas de bajos insumos en sistemas de agricultura orgánica más productivos.

                                      
La diversificación biológica resultante de los sistemas orgánicos aumenta la estabilidad del ecosistema agrícola y brinda protección contra la tensión ambiental, lo que a su vez aumenta la capacidad de adaptación de las economías agrícolas. La demanda de alimentos y fibras de producción orgánica por parte de los consumidores y la exigencia de un desarrollo más sostenible que plantea la sociedad ofrecen nuevas oportunidades a agricultores y empresas de todo el mundo.
La agricultura orgánica también plantea desafíos nuevos para la FAO. En particular, los Estados Miembros necesitan asesoramiento e información sobre las posibilidades que ésta tiene de contribuir a la calidad del medio ambiente, la generación de ingresos y la seguridad alimentaría.

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